Luiz Inácio Lula da Silva, presidente saliente de Brasil, finalizará su periodo como mandatario este sábado próximo para que su sucesora -Dilma Rousseff- ocupe su lugar, cita una nota de el diario El País.
Al despedirse en Pernambuco -su tierra natal, que ha visitado 40 veces durante su mandato- dijo a los trabajadores que ellos “con su lucha pueden cambiar la historia de este país”.
Al afirmar que Brasil en 2016 será ya la quinta potencia del mundo.
Según Lula, durante su gobierno se mostro que fue “tornero mecánico socialista y sin diploma de nivel superior” y que llevó “la mayor operación de capitalización de la historia del capitalismo mundial”.
Lula, se ispiró en su pueblo que lo vio nacer –Pernambuco, al noroeste del país, un lugar muy pobre- donde él, aún niño, salió con su familia en un carro de bueyes hasta la rica Sâo Paulo, en busca de trabajo. “No es normal que un trabajador huyendo del hambre, se convirtiese en presidente de la República. Ahí yo veo el dedo de Dios”.
El presidente saliente Lula, quien es católico declarado, pero que recibío los votos de las iglesias evangélicas, lloró dos veces, y les expresó: “Ahora podría hacerme pastor evangélico y volver aquí a predicaros”. Recordándoles la polémica y faraónica obra de la transposición de las aguas del río San Francisco, para llevar agua a las partes más áridas del noreste pobre, Lula ironizó: “Los que toman agua mineral Perrier helada, que me dejen llevarle agua potable al pueblo brasileño”.
Contó Lula la anécdota que cuando se presentó a las presidenciales ya en el lejano 1989, elecciones que disputó y perdió tres
veces consecutivas hasta ganarlas la cuarta vez en 2002, cuando entró en la barraca de una mujer pobre esta le dijo: “No le voy a dar el voto a usted porque me quitará lo poco que tengo”. Y comentó: “Yo me decía a mí mismo: ella no tiene nada y tiene miedo de que yo le quite ese nada que posee, ¿cómo es posible?”
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