Un reciente descubrimiento arqueológico ha echado por tierra la aceptada noción de que el rey Herodes el Grande, construyó hasta el final el muro del Segundo Templo de Jerusalén en el siglo I antes de Cristo.
Un sorprendente hallazgo presentado ayer miércoles frente al Muro Occidental que sustentaba el santuario judío, consiste en un baño ritual judío (mikve, en hebreo) en el que fueron encontradas diecisiete monedas, algunas posteriores al mítico rey de Judea.
El baño ritual, que fue encontrado por primera vez en siglo y medio de excavaciones en la ciudad, quedó justo bajo el muro de sujeción sobre el que Herodes comenzó presuntamente la ampliación del pequeño templo existente hasta ese momento.
“No quiero restar en nada la grandeza de Herodes en la construcción, es todavía su templo, pero sus sucesores fueron los que lo acabaron”, dijo el investigador Ronny Reich, de la Universidad de Haifa en Israel.
Los trabajos llevados a cabo al este del Muro Occidental (conocido popularmente en el mundo no judío como Muro de los Lamentos), han dejado al descubierto algunas instalaciones del barrio que había en el lugar antes de la construcción del Templo, un canal de desagüe que corría bajo su pavimento y los cimientos del que es el lugar más cercano al sitio más sagrado para el judaísmo.
Según los investigadores, para poder construir la gran barrera de contención de la explanada sobre la que estaba el templo, los trabajadores de aquella época debieron llenar con tierra pozos y baños rituales del barrio y sólo entonces colocaron encima los grandes bloques de piedra de más de dos toneladas.
Ha sido en un “mikve” que quedó “mitad debajo del muro mitad fuera”, donde los arqueólogos han encontrado las pruebas de que la construcción duró, por lo visto, más de lo que se creía.
Además de trozos de cerámica y candelabros, cuya exactitud puede variar en hasta veinticinco años, se han hallado diecisiete monedas de bronce que al parecer perdió su propietario y el año inscrito en las más recientes es posterior a Herodes el Grande, que reinó entre el 40 y el 4 antes de Cristo.
Las cuatro monedas fueron acuñadas durante el período del gobernador romano Valerius Gratus, entre el 15 y el 26 de la despeus de Cristo, es decir unos veinte años después de la muerte del monarca y unos cuarenta antes de la destrucción del santuario por los romanos, por lo que “los judíos apenas disfrutaron del santuario completo durante una generación”, explicó Reich.
El hallazgo indica que al menos esa parte del complejo fue construida en la última etapa de todo el proyecto y desestima también la teoría de un equipo de ingenieros que aseguraba que la construcción del templo duró sólo entre ocho y diez años. “Siguieron construyendo durante otras dos generaciones”, concluyó el investigador.
Las monedas prueban que la construcción se prolongó por lo menos cuarenta años y corroboran el relato del historiador judeo-romano Flavio Josefo, quien escribió que comenzó en el décimo octavo año del reinado de Herodes, el 22 antes de Cristo y fue terminado en los años 50 del siglo I, durante el reinado de Agripa II (biznieto de Herodes).
Descrito por Josefo como “el mayor proyecto que el mundo ha conocido”, el templo de Jerusalén era una suerte de regalo de Herodes para ganarse el favor de su pueblo, que dudaba de él por ser de linaje idumeo y por haber desplazado a la anterior dinastía sacerdotal de los asmoneos.
Entre los otros grandes proyectos del monarca están la imponente fortaleza de Masadá, junto al Mar Muerto, y la ciudad de Cesarea, a orillas del Mediterráneo, pero el templo siempre fue considerado el sello de unas dotes arquitectónicas que hicieron de Jerusalén un ejemplo para toda la región.
Un sorprendente hallazgo presentado ayer miércoles frente al Muro Occidental que sustentaba el santuario judío, consiste en un baño ritual judío (mikve, en hebreo) en el que fueron encontradas diecisiete monedas, algunas posteriores al mítico rey de Judea.
El baño ritual, que fue encontrado por primera vez en siglo y medio de excavaciones en la ciudad, quedó justo bajo el muro de sujeción sobre el que Herodes comenzó presuntamente la ampliación del pequeño templo existente hasta ese momento.
“No quiero restar en nada la grandeza de Herodes en la construcción, es todavía su templo, pero sus sucesores fueron los que lo acabaron”, dijo el investigador Ronny Reich, de la Universidad de Haifa en Israel.
Los trabajos llevados a cabo al este del Muro Occidental (conocido popularmente en el mundo no judío como Muro de los Lamentos), han dejado al descubierto algunas instalaciones del barrio que había en el lugar antes de la construcción del Templo, un canal de desagüe que corría bajo su pavimento y los cimientos del que es el lugar más cercano al sitio más sagrado para el judaísmo.
Según los investigadores, para poder construir la gran barrera de contención de la explanada sobre la que estaba el templo, los trabajadores de aquella época debieron llenar con tierra pozos y baños rituales del barrio y sólo entonces colocaron encima los grandes bloques de piedra de más de dos toneladas.
Ha sido en un “mikve” que quedó “mitad debajo del muro mitad fuera”, donde los arqueólogos han encontrado las pruebas de que la construcción duró, por lo visto, más de lo que se creía.
Además de trozos de cerámica y candelabros, cuya exactitud puede variar en hasta veinticinco años, se han hallado diecisiete monedas de bronce que al parecer perdió su propietario y el año inscrito en las más recientes es posterior a Herodes el Grande, que reinó entre el 40 y el 4 antes de Cristo.
Las cuatro monedas fueron acuñadas durante el período del gobernador romano Valerius Gratus, entre el 15 y el 26 de la despeus de Cristo, es decir unos veinte años después de la muerte del monarca y unos cuarenta antes de la destrucción del santuario por los romanos, por lo que “los judíos apenas disfrutaron del santuario completo durante una generación”, explicó Reich.
El hallazgo indica que al menos esa parte del complejo fue construida en la última etapa de todo el proyecto y desestima también la teoría de un equipo de ingenieros que aseguraba que la construcción del templo duró sólo entre ocho y diez años. “Siguieron construyendo durante otras dos generaciones”, concluyó el investigador.
Las monedas prueban que la construcción se prolongó por lo menos cuarenta años y corroboran el relato del historiador judeo-romano Flavio Josefo, quien escribió que comenzó en el décimo octavo año del reinado de Herodes, el 22 antes de Cristo y fue terminado en los años 50 del siglo I, durante el reinado de Agripa II (biznieto de Herodes).
Descrito por Josefo como “el mayor proyecto que el mundo ha conocido”, el templo de Jerusalén era una suerte de regalo de Herodes para ganarse el favor de su pueblo, que dudaba de él por ser de linaje idumeo y por haber desplazado a la anterior dinastía sacerdotal de los asmoneos.
Entre los otros grandes proyectos del monarca están la imponente fortaleza de Masadá, junto al Mar Muerto, y la ciudad de Cesarea, a orillas del Mediterráneo, pero el templo siempre fue considerado el sello de unas dotes arquitectónicas que hicieron de Jerusalén un ejemplo para toda la región.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Bendiciones, Gracias por Participar en esta Noticia