lunes, 2 de mayo de 2011


Osama Bin Laden, el Retrato de un Terrorista


ISLAMABAD, PAKISTÁN
En una conferencia de prensa que se efectuó durante la madrugada del 2 de Mayo del 2011 en la casa blanca, el Presidente de EEUU, Barack Obama comunicó públicamente la muerte del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden.

Siendo el terrorista más buscado en el mundo, falleció en su escondite de Pakistán durante un tiroteo ocurrido producto de un operativo autorizado por el propio presidente Obama la semana pasada, y las fuerzas norteamericanas tienen su cadáver, aseguró el presidente, aunque otras notas afirman que este fue lanzado al mar.

Osama Bin Laden, era perseguido por el FBI debido a las sospechas de su participación en numerosos ataques terroristas diversas potencias occidentales, incluyendo los ataques a las embajadas de EEUU, Kenia y Tanzania.

La administración Bush lo acusó asimismo de estar detrás de los ataques del 11 de septiembre del 2001 al World Trade Center y al Pentágono en las proximidades de Washington.

El líder integrista islámico Osama Bin Laden figuraba como uno de los posibles sospechosos de estar detrás de los atentados contra las torres gemelas en Estados Unidos.

Millonario del terror”, “banquero del terrorismo islámico” o “enemigo número uno de Estados Unidos” son algunos de los apelativos que se emplean en Occidente a la hora de referirse a Osama Bin Laden.

Considerado por Estados Unidos el mayor financiero del terrorismo islámico internacional, a Bin Laden se le atribuye la responsabilidad de los atentados contra las embajadas de EEUU en Tanzania y Kenia en 1998, que causaron 224 muertos.

Bin Laden, cuya fortuna se estima en unos 250 millones de dólares, dirigía una organización denominada “Al Kaida” (La Base), cuyo fin es “la guerra santa islámica contra los judíos y los cruzados”, en referencia a Israel y al Occidente de cultura cristiana.

Nació en 1957 en Arabia Saudí. Miembro de una adinerada familia saudí, es uno de los veinte hijos de Muamar Bin Laden, un saudí de origen yemení que remontó sus orígenes campesinos y se convirtió en el magnate de la construcción de Arabia Saudí.

Se graduó en Religión y Ciencias Económicas en la Universidad Rey Abdul Aziz.


En 1979, tras la invasión soviética de Afganistán, apoyó y financió a los “muyahidin” en su batalla contra Moscú e incluso, a partir de 1986, combatió personalmente en el frente.

Tras finalizar la guerra, en 1989, regresó a su país, donde la elevada posición social de su familia le permitía el acceso a la casa real saudí.

Sin embargo, a partir de la Guerra del Golfo, en 1991, y del apoyo del régimen saudí a las tropas norteamericanas en su ataque contra Irak, rompió relaciones con el rey Fahd y con su familia.

Bin Laden responsabilizó a la monarquía saudí de haber convertido su país en una “colonia norteamericana” y considera a Estados Unidos el gran enemigo del Islam.

Su objetivo, según ha dicho, es organizar un Estado islámico “verdadero” en Arabia Saudí.

En 1991 abandonó Arabia y se exilió en Sudán, donde durante un tiempo dirigió una empresa constructora, considerada por Estados Unidos una “tapadera” para financiar grupos terroristas.

En 1994, el Gobierno de Riad le retiró la nacionalidad saudí y dos años más tarde Sudán, presionado por la ONU, le pidió que abandonara el país.

Se refugió en Afganistán, donde fue acogido por parte de la guerrilla que había luchado contra Rusia, y, posteriormente contó con la protección de la milicia talibán que en 1996 conquistó Kabul.

Bin Laden se instaló entonces en algún lugar de los montes afganos junto con un grupo de leales, los Muyahidin Jalq (Combatientes del Pueblo).

A Bin Laden se le acusa de financiar campos de entrenamiento de terroristas en Afganistán, Sudán y Pakistán; y se le relaciona con grupos integristas como el GIA argelino, la Yihad Islámica o el Hizbulá libanés.

En agosto de 1998, Estados Unidos le responsabilizó de estar detrás de los atentados perpetrados el día 7 de ese mes contra las embajadas norteamericanas en Tanzania y Kenia, y que causaron más de 200 muertos y más de 4.000 heridos.

El atentado a las Torres Gemelas costó la vida de miles de inocentes

Además, el Gobierno de Estados Unidos le acusa de haber inspirado o financiado acciones como el atentado de febrero de 1993 contra las Torres Gemelas de Nueva York; el derribo de tres helicópteros estadounidenses en Mogadiscio, en 1993; el ataque contra el edificio de la Guardia Nacional Saudí en Riad en 1995; y el que, en 1996, en Dhahrán, causó la muerte de 19 soldados norteamericanos.

Bin Laden también fue acusado por Rusia, en agosto de 1999, de financiar a los rebeldes islámicos de la república caucásica de Daguestán.

En los últimos años, y desde su escondite de Afganistán, el multimillonario lanzó en varias oportunidades amenazas contra los estadounidenses e incluso prometió hace algunas semanas dirigir “un gran ataque” contra Estados Unidos, según un periodista de una publicación árabe.

BIN LADEN: El currículo de Bin Laden no admite ni un mérito más: Bill Clinton se refirió a él como el enemigo público de América número uno; su nombre figura en la lista de los 10 criminales más buscados por el FBI, y el Departamento de Estado de Estados Unidos le acusa de financiar las actividades terroristas de los grupos islámicos más radicales.

El decimoséptimo vástago de los 52 hijos de Mohamed Bakr Bin Laden, un acaudalado magnate de la construcción, nació en la ciudad saudí de Jijddah en 1957. Quienes le conocieron en sus primeros años afirman que era un joven normal, que comenzó a dar muestras de un exagerado fervor religioso al observar las obras de reconstrucción de las antiguas mezquitas de Medina y de La Meca, llevadas a cabo por la empresa familiar.

En 1979, a los 22 años y tras licenciarse con matrícula de honor en Económicas por la Universidad Rey Abdul Aziz, Bin Laden entró en contacto con la Hermandad Musulmana Palestina y con Mufaz al Hawi, uno de los cerebros intelectuales de los muyahidin afganos. Fruto de su colaboración fue la puesta en marcha de una organización internacional cuyo objetivo era reclutar a guerrilleros islámicos para combatir a los soviéticos en Afganistán.

Durante la guerra, Bin Laden empleó su dinero en la excavación de túneles, búnkeres e, incluso, en el trazado de una carretera a través de las montañas que acababa a sólo 24 kilómetros de Kabul. Se convirtió en un héroe y no solamente para los árabes; Occidente elogiaba la valentía de los soldados que Bin Laden llevó a Afganistán -alrededor de unos 9.000- a los que, como recuerda Robert Fisk, un periodista que le ha entrevistado en varias ocasiones, The New York Times llamaba «luchadores por la libertad.»

Paradójicamente, EEUU, el país que persiguió de día y noche a Bin Laden, contribuyó a la resistencia afgana con tres billones de dólares (3.281 millones de euros, unos 546.000 millones de pesetas) distribuidos a través de la CIA. La agencia estadounidense intentó igualmente un acercamiento a Bin Laden e incluso le prometió una ayuda económica que nunca llegó debido a las presiones de Arabia Saudí a la Casa Blanca. El monarca saudí Fadh temía las consecuencias de una guerrilla islámica radical, con potentes recursos técnicos y humanos, cerca de su territorio. Esta traición y, sobre todo, la clausura de los campos de entrenamiento, radicalizó el rechazo de Bin Laden a la familia real saudí y su animadversión, o más bien, odio descarado, al Gobierno estadounidense.

En los estertores del conflicto afgano, Bin Laden creó Al-Qaeda (La Base), una organización cuya meta en palabras de su propio líder es «la guerra santa islámica contra los judíos y los cruzados, en referencia a Israel y al Occidente de cultura cristiana». La retirada del último tanque soviético de Afganistán en 1989 significó el regreso a su hogar en Arabia Saudí. Allí permaneció hasta 1991, cuando el Gobierno ordenó su expulsión del país tras pronunciar un discurso en una mezquita en el que denunciaba la secularización de la familia real y su falta de observancia de los preceptos del Corán.

Inició así su periplo de terrorista exiliado a cualquier país islámico que quisiera alojarlo. Su primer destino fue Sudán, desde donde continuó defendiendo el uso de la violencia y su apoyo a acciones terroristas y de donde, a petición de Estados Unidos, fue expulsado en 1996. A pesar de mantener una importante red de negocios en Sudán, Bin Laden buscó refugio en Afganistán.

Emitía periódicas amenazas al mundo

El terrorista Osama bin Laden ostenta el dudoso honor de ser el cerebro de los brutales atentados contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania el 7 de agosto de 1998, que se saldaron con 258 muertos y miles de heridos.

En 1995 la CIA denunció su implicación en un complot para asesinar al presidente egipcio, Hosni Mubarak, que fue desarticulado antes de que se llevara a cabo. Asimismo, se sospecha su participación en la bomba que estalló en el World Trade Center en febrero de 1993, en operaciones fallidas para asesinar al presidente Bill Clinton y al Papa, y en ataques contra las fuerzas norteamericanas desplegadas en Arabia Saudí y Somalia.

Su fortuna personal, calculada en más de 300 millones de dólares, ha servido para financiar campos de entrenamiento para terroristas en Sudán, Filipinas y Afganistán y, según el Departamento de Estado americano, para enviar tropas de guerreros fundamentalistas al Norte de Africa, Chechenia, Tayikistán e, incluso, Bosnia.

AFGANISTAN

Un país montañoso y sin salida al mar, Afganistán ha sufrido de tanta inestabilidad y conflictos durante su historia moderna, que su economía e infraestructura están en ruinas y muchos afganos viven como refugiados. El país también es afligido por calamidades naturales como terremotos y sequías.

Por su estratégica posición -entre el Medio Oriente, Asia Central y la India, a lo largo de la llamada Ruta de la Seda- Afganistán ha sido históricamente un zona codiciada, pese a su difícil geografía.

El país estuvo en el centro de lo que se en el siglo XIX se conoció como el “Gran Juego”, cuando la Rusia imperial, el imperio británico y la India se lo disputaban.

En 1979 se convirtió en un campo de batalla clave en la Guerra Fría, luego de que el ejército soviético lo invadieran para apoyar un régimen que estaba a favor del comunismo.

Los muyahidines (guerreros santos) afganos iniciaron la guerra santa o yihad, contra los invasores, una noción que -según la revista británica The Economist- estaba casi extinta desde el siglo X en la cultura islámica.

En los años siguientes, la yihad fue revivida con la ayuda de la CIA y los servicios de inteligencia de Arabia Saudita, quienes proporcionaron miles de millones de dólares en armas y munición a los muyahidines a través de los servicios de inteligencia pakistaníes.

Sin embargo, luego de la retirada de las tropas soviéticas en 1989, el mundo exterior eventualmente perdió interés en Afganistán, mientras a nivel interno continuaba la prolongada guerra civil, ahora alimentada por facciones muy bien armadas y extremismo religioso.

Un tercio de la población afgana ha abandonado el país. Cerca de un millón de refugiados se encuentran en campamentos en Pakistán, muchos de ellos ubicados a pocos kilómetros de la frontera afgana.

El surgimiento del grupo Talibán -originalmente un grupo de estudiosos del Islam- produjo un poco de estabilidad luego de casi dos décadas de conflicto.

Sin embargo, su interpretación radical del islamismo ha atraído crítica generalizada, incluso dentro del mundo musulmán.

Al grupo Talibán -de mayoría pashto- se oponen una alianza de facciones llamada Frente Unido o la Alianza del Norte, integrada por minorías con asiento en el norte del país.

En la actualidad, aunque el Talibán controla el 90% de Afganistán, sólo tres países lo reconocen como el gobierno legítimo, entre ellos Pakistán.

El grupo Talibán también se encuentra enfrentado con la comunidad internacional por darle refugio al multimillonario Osama bin Laden, de origen saudita.

Bin Laden, a quien se responsabiliza de los atentados contra embajadas estadounidenses en África en 1998, es el principal sospechoso de los atentados contra las Torres Gemelas del World Trade Center, en Nueva York, y del Pentágono, en Washington.

LOS TALIBANES.

La batalla por unificar Afganistán

La milicia talibán controla el 90% de Afganistán, pero sólo Pakistán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos reconocen su soberanía. En el resto del mundo es unánime la condena de este régimen fundamentalista que se ha hecho famoso por la violación sistemática de los Derechos Humanos, especialmente los de las mujeres.

¿Cuál es el origen de los talibanes?

Talibán o talebán es el plural de la palabra persa telebeh, que puede traducirse como buscador de la verdad. Los talibán surgieron en septiembre de 1994 de las escuelas coránicas -madrasas- de Kandahar (Afganistán), Queta, Karachi y Lahore (Pakistán).

Esta milicia estaba formada por jóvenes de etnia pastum y religión suní, mayoritarias en Afganistán. Apoyados por los servicios secretos paquistaníes, se lanzaron a una guerra santa para poner fin al caos étnico y religioso en que había quedado Afganistán tras la retirada de las tropas del Ejército soviético. El objetivo de las milicias talibán era, por lo tanto, unificar y homogeneizar cultural y religiosamente Afganistán.

¿Por qué consiguieron llegar al poder?

Porque su mensaje de paz y estabilidad para superar la división del país cuajó entre una población cansada por 15 años de guerra y sufrimientos. En sus éxitos militares también tuvo gran importancia el apoyo militar y financiero de Pakistán y Arabia Saudí, así como su táctica de convencer a los señores de la guerra locales en base a la necesidad de unir a todos los musulmanes de Afganistán.

Desde que conquistaron Kabul -la capital afgana-, solamente tienen la oposición de las minorías étnicas y religiosas: los uzbecos turcos, que lidera el general Dostum, los tayikos persas dirigidos por el comandante Ahmad Masud, hazaras de religión chií y lengua persa, e ismailíes, también de religión chií.

¿Cuál es su diferencia con estos grupos afganos?

En su afán por unir y estabilizar el país, rechazan las aspiraciones de estas minorías étnicas y religiosas que, aunque también son integristas, exigen un mapa político más plural que el ofertado por los talibán y tienen una interpretación menos rígida del Islam, de la cultura, la educación y sobre la inserción de la mujer en la vida social. Frente a la uniformidad de los pastumes talibán, los otros pueblos aceptarían un modelo de Estado con más autonomía cultural y política.

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