Haitianos buscan a Cristo tras el terremoto.
Mientras el sol se oculta en la capital haitiana, un pedacito del cielo desciende a una esquina de esta devastada ciudad.
A pocas millas del epicentro del terremoto, se respira un poco de esperanza: hombres, mujeres y niños, cuya mayoría lo han perdido todo, entonan salmos y cánticos espirituales.
“Muchos están viniendo a Cristo. Aún antes que la prédica empiece, la gente pasa al frente y entrega sus vidas a Jesús”, dice Janet, pastora de la Iglesia de Cristo en Puerto Príncipe.
Durante los últimos años Janet ha pastoreado una congregación de tres mil miembros al este de la capital haitiana. Ahora sólo quedan escombros.
“La iglesia se mecía de un lado a otro. Había 250 personas ese día esperando ser bautizadas. Todos corrimos a la puerta”, explica la pastora.
Pero seis no llegaron a tiempo y murieron. Janet perdió su casa. Ella es una de las cientos de personas en esta comunidad que ahora llaman hogar a un grupo de tiendas de campaña.
Pero eso no detiene a la pastora. “El Señor me dijo que la iglesia debía continuar pese a la dificultad, así que ahora tenemos servicios de alabanza en las tiendas todos los días”.
Para Himide Oreste y sus ocho hijos, las reuniones diarias han traído una nueva vida. “Decidí entregar mi vida a Cristo ayer por primera vez. Yo sé que Él me salvó a mi y a mi familia del terremoto”.
Para otros como Mathurin Wislin, sobrevivir al terremoto significó una segunda oportunidad. “Me alejé de Dios hace muchos años, pero desde el terremoto, he vuelto a entregarle mi vida”.
Eso es música para los oídos de la pastora Janet quien cree que Dios usará esta tragedia para traer más gente a Él.
“Haití siempre ha sido conocida como una nación de gente que practica vudú, yo estoy orando para que eso cambie. Todos en la iglesia estamos ayunando y pidiendo al Señor que restaure nuestra nación para un día mostrar la luz de Jesús”, afirma Janet.
Fuente: Mundo Cristiano
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