La homosexualidad, el celibato y un clero exclusivamente masculino no son causas suficientes para explicar los abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos, según un estudio divulgado este miércoles 18 de mayo por la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, publica el agencia EFE.
Los escándalos sexuales de las últimas décadas, que han costado unos 1.
800 millones de dólares a la Iglesia Católica en EU, han sido consecuencia de la mala formación en los seminarios y la falta de apoyo emocional para los hombres ordenados sacerdotes en las décadas de los años 40 y 50, según el informe.
El estudio, encargado por la Conferencia de Obispos al Colegio John Jay de Justicia Criminal de Nueva York, sostiene que “el incremento de los casos de abuso en las décadas de los años 60 y 70 estuvo influido por factores sociales de la sociedad en general”.
El estudio del Colegio John Jay es el tercero encargado desde 2002 por la Conferencia de Obispos Católicos de EU como respuesta a los centenares de casos de abuso sacerdotal denunciados en este país.
No obstante, muchos católicos y críticos de esa iglesia sostienen que los abusos son resultado del celibato al que están obligados los sacerdotes católicos, de la existencia de homosexuales en el clero y del hecho de que sólo los hombres pueden ser ordenados sacerdotes en la Iglesia Católica, no las mujeres.
El informe de 300 páginas señala que el hecho de que la gran mayoría de las víctimas hayan sido varones se debe, principalmente, a que los sacerdotes han tenido más contacto con niños que con niñas en las escuelas y las parroquias.
Según la investigación de los casi 6.000 sacerdotes acusados en las últimas cinco décadas por abusos sexuales -esto es aproximadamente del cinco por ciento de todos los sacerdotes en funciones durante el período- menos del cuatro por ciento puede considerarse pedófilo.
La pedofilia es la atracción erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes. “Los sacerdotes abusadores no fueron ’sacerdotes pedófilos’”, afirmó rotundamente el estudio, en clara contradicción con los enfoques de los críticos y analistas del tema de la pedofilia en el sacerdocio católico.
Los investigadores señalaron que el incremento del ingreso de homosexuales en los seminarios ocurrió a fines de la década de los 70 y comienzos de la década de los 80, un período en el cual increíblemente comenzó a disminuir la tasa de abusos sexuales cometidos por sacerdotes.
En opinión de Barbara Dorris, portavoz de una red de apoyo a víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés) que habló desde Chicago, el documento “está equivocado, presenta excusas y echa la culpa de lo ocurrido a otros”.
“Los obispos desconocen el punto central: que los obispos protegieron y permitieron que los abusadores siguieran abusando de niños”, añadió la activista pro-víctimas de violaciones cometidas por cleros.
En opinión de Dorris, “su comportamiento (el de la iglesia católica) no ha cambiado”, como lo demuestra el que en febrero pasado un jurado investigador en Filadelfia (Pensilvania) encontró que por lo menos 37 sacerdotes católicos “contra los cuales hay denuncias firmes de abuso siguen en el ministerio activo”.
Según Dorris, las reglas que en años recientes ha adoptado la Conferencia de Obispos Católicos de EU para lidiar con los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes “en lugar de proteger a las víctimas protegen a las arquidiócesis y a los abusadores”.
“Los obispos son hombres bien educados, que tienen empleados a sus órdenes y tienen recursos enormes a su disposición de manera que no hay excusas”, dijo, para agregar: “hasta los niños saben que si se comete un crimen hay que llamar a la policía”.
Esta misma semana en el Vaticano, la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Iglesia Católica indicó a los obispos en todo el mundo que es importante su colaboración con la policía en la denuncia de los sacerdotes que abusan sexualmente de menores de edad.
El Vaticano pidió a los obispos que, dentro del plazo de un año, elaboren normas para la prevención de esos abusos.
El mensaje de la Sede causó igual reacción de los grupos de víctimas de abusos sacerdotales ya que el Vaticano no estipuló que los obispos deban seguir las recomendaciones y porque enfatiza la autoridad exclusiva de los obispos para determinar si las denuncias de abuso son válidas como para informar a la policía.
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